Un cronopio encuentra una flor solitaria en medio de los campos. Primero la va a arrancar,
pero piensa que es una crueldad inútil
y se pone de rodillas a su lado y juega alegremente con la flor, a saber: le acaricia los pétalos, la sopla para que baile, zumba como una abeja, huele su perfume, y finalmente se acuesta debajo de la flor y se duerme envuelto en una gran paz.
La flor piensa:
"Es como una flor".
Cortázar, Julio; Historias de cronopios y de famas, Buenos Aires, Sudamericana, 1994
Cortázar, Julio; Historias de cronopios y de famas, Buenos Aires, Sudamericana, 1994
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